martes, 20 de mayo de 2008
Presentación del libro : ¡Vamos Ganando!..Los verdaderos héroes
El viernes 23 de Mayo el periodista Hugo Rodríguez presenta su primer libro , es una gran alegría para mi y quiero compartirla con todos mis lectores.
El libro consta de 5 capítulos, los deportistas homenajeados son: Mauro Camoranesi, Mariano González, Elisa Cobanea, Sebastián Tosti, David Ibarra,Francisco Zeberio y Marcelo Federico un cuento dedicado a Santamarina y otro a Ferro, todos de Tandil.
En lo que se refiere a lo nacional hay un cuento habla de los héroes de Malvinas y el fútbol (...el que le da nombre al libro...) otro qué habla de un Boca River en el día de la madre.Un homenaje a Maradona y Boca Juniors entre otros. También hay ensayos y reflexiones, siempre con el deporte como eje principal.
Prologan el trabajo, Víctor Hugo Morales, Alejandro Apo y Eduardo Sacheri.
Todos los cuentos están ilustrados por el autor, a exepción de la tapa que la ilustró su hija Natalia de 9 años de edad.
La presentación del libro de cuentos, ensayos y anécdotas,"¡Vamos ganando!..Los verdaderos héroes" que homenajea entre otras cosas a varios deportistas locales.
Dicho trabajo, que es el primero de esta índole y de la autoría de Hugo , tiene como objetivo ayudar a la Escuela Rural N° 3 Pedro Zanni del paraje de la Base Aérea cuya directora es la señora Ana Pizarro.
El evento se desarrollará el viernes 23 de mayo a las 20:30 horas en el Salón de los Espejos en el Centro Cultural Universitario, ubicado en la calle Hipólito Irigoyen 662, Tandil
Ese día contará con la inmensa colaboración en pantalla gigante del periodista de Radio Continental, Alejandro Apo y del prestigioso escritor Eduardo Sacheri, autor de libros como “Esperándolo a Tito y otros cuentos” quienes además me honraron con sus prólogos, entre los que se encuentra otro Maestro como Víctor Hugo Morales.
Para que conozcan algo de este gran texto voy a regalarles un adelanto que Hugo compartió conmigo hace un tiempo :
A Natalia Rodríguez.
A Brisa Rodríguez.
Papá, ¡dame un mate! ...
Sépanme disculpar, señores, pero siempre me pasa lo mismo cuando por alguna razón tengo que escribir sobre mis hijas; las ideas me salen a montones y son tantas que no encuentro las palabras justas para no repetirme.
Cuando uno tiene hijos se da cuenta de que todo lo que creyó importante en la vida, no tiene ni el uno por ciento de lo que nosotros le dábamos de importancia.
Por ende, sentimos que esas “cositas” chiquitas (de los niños hablo…) son lo único que verdaderamente valen la pena.
Uno siempre está atento a lo que les pasa o a lo que quieren y si eso que quieren no es demasiado importante, ahí nosotros le damos la importancia que no tiene (se entiende, ¿no?) y por supuesto yo no soy la excepción; por distintos y variados motivos familiares, los que incluyen una muy mala relación con mis progenitores, yo no puedo no darle importancia a algo que quieran o que me pidan mis hijas.
Así que, habiendo hecho esta pequeña introducción acerca de la importancia que le damos a los pedidos de nuestros hijos (aunque esto no es en todos los casos, ya que en mi propia infancia, muchos de mis pedidos jamás fueron atendidos, más bien eran castigados por el solo hecho de solicitarlos, pero bueno, esa es otra historia y por ahora no vale la pena entrar en más detalles, pero por lo menos que sirva de comparación con lo que hoy yo quiero brindarles a mis hijas…)
Como les decía, habiendo hecho esta pequeña introducción, quiero relatarles sobre el pedido de mis hijas que me lleva a escribir esta anécdota.
Ese domingo 8 de abril del 2001, aparte de ser la víspera de mi cumpleaños número veintiocho, era un domingo especial como lo son dos domingos al año, ya que a la tarde en la Bombonera se verían las caras Boca y ¡ejem! con el perdón de la palabra, River, y yo me sentía mal ya que era el primer súper clásico que no iba a ver en los últimos seis años. Aunque el motivo por el cual no iba a poder ver a Boquita era sumamente importante, ya que por causas laborales, la madre de mis hijas estaría ausente toda la tarde y yo tendría que conformar a mis “soles” con todo tipo de paseos y juegos, sin ningún tipo de ayuda.
El transcurrir de las primeras horas de la tarde, lo pasé detrás de mis amores mellizos, y me fui olvidando por completo que a más de 200 kilómetros empezaba una de las fiestas más lindas del deporte argentino y mundial.
Así fue, que la tarde anterior a ser un año más viejo, se empezó a esfumar, entre corridas por toboganes y hamacas, un paseo en bicicleta por casi la mitad de la ciudad, cosa que no aconsejo a ningún papá que tenga mellizos, ya que imagínense a dos nenas de casi tres años, de quince kilos cada una; sentadas, una en la sillita del portaequipajes trasero y la otra con dos almohadones de asiento en el caño de la bici y agarrada del manubrio y encima hacerles el coro de la canción de Pipo Pescador, la que dice: “…vamos de paseo… en un auto viejo, pero no me importa, porque llevo torta, pi,pi,pi…” Todo eso subiendo la loma del parque Independencia a 2000 metros sobre el nivel del mar. Imagínense, si cantaba no me quedaba aire para pedalear y si pedaleaba mis hijas se enojaban porque no les hacía el coro.
Así que, esa calurosa tarde de abril se me fue pasando casi sin darme cuenta, porque de lo único que yo me daba cuenta era que estaba, a pesar del cansancio, extremadamente feliz de estar con mis hijas.
Pero volviendo al meollo de la historia, cuando mis piernas y mis pulmones estaban por estallar, Dios se apiadó de mí, e hizo que Natalia y Brisa empezaran a pedir la leche a gritos volcánicos, acción ésta que llamaba la atención de todos los transeúntes del mítico paseo serrano.
Las pocas fuerzas que quedaban en mis piernas fueron suficientes para llegar hasta casa. Después de prepararles a las gordas, sus respectivas tazas rebosantes de leche chocolatada, con pan, manteca y dulce de leche, me aboqué a la ceremonia del mate y mientras la pava empezaba a silbar de a poco, me acordé del ritual dominguero dejado de lado por mis hijas; prendí la radio y busqué a Víctor Hugo. Lo encontré cuando iban treinta minutos del primer tiempo del súper clásico.
Igualmente los primeros minutos no pude escucharlos; mis hijas pedían más pan…, el agua para los verdes se hirvió y vuelta a ponerla a calentar.
Para ese entonces, el partido seguía cero a cero y mis amores, ya repiponas, se abocaron al bendito juego de la casita con muñecas que las atraía hasta hacerlas quedar mudas.
Entonces sí, me dedique a preparar el mate; me senté afuera para alivianar el calor que hacía en la cocina, cuando el maestro uruguayo anunciaba el final de los primeros cuarenta y cinco minutos con el pitazo de Baldassi, siendo hasta ahí el resultado un empate en cero.
Durante los quince minutos del receso, terminé la primera cebadura y empecé la segunda; cuando el complemento del clásico de los clásicos estaba por iniciarse, los palos de la infusión matera ya empezaban a flotar en la superficie.
Una de mis hijas, la más chiquita de físico, me preguntó si podía tomar mate conmigo, y como el “tema” ya estaba flojito, le dije que sí; le puse más azúcar y le di el primero. En eso la hermana también se acerca y me pide para ella y cuando estaba diciendo la frase: “Papá dame un mate…”, la voz emblemática de Morales, dice su famoso “…ta…ta…ta…” y relata el primer gol xeneixe…, mis gritos espantan a mis hijas, que optan por seguir jugando.
Lo curioso sucede seis minutos más tarde; nuevamente ambas se acercan y me piden seguir tomando infusión y cuando hacen el pedido…otra vez gol de Boca. Yo, les juro, me sorprendí; mis hijas también, pero son ellas la que me confirman lo sucedido:-“Viste papá, cada vez que te pedimos mate, hace gol Boca…”- eso me dicen y se van a juntar los chiches; yo me quedo atónito.
Al rato las veo venir, charlando bajito entre ellas (como hacen los niños cada vez que están por cometer alguna travesura). Se paran delante de mí, se miran, me miran y con sus dulces voces me espetan a dúo un:-“Papá nos das otro mate”…
El domingo 8 de abril del 2001, Boca Juniors le gana tres a cero a River Plate, con goles de Hugo Ibarra, Juan Román Riquelme de segunda jugada penal (el día que nace el festejo del Topo Gigio) y Guillermo Barros Schelotto, a los 21, 27 y 38 minutos del segundo tiempo; este último tanto es el que da origen a la anécdota-cuento que aquí comparto con ustedes.
Dedicado a ellas, a mis hijas, a mis amores, a las que les di siempre lo que pude; se lo dedico solamente a ellas dos, porque sí, porque las amo y las amé siempre, más allá de lo que les hicieron creer y pasar sin mi presencia.
¡¡¡Éxitos Hugo!!! Sos un gran periodista y lo más importante una mejor persona
Felicitaciones de corazón.
Ani
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7 comentarios:
precioso el relato.felicidades al autor :) si yo llego a tener hijos y me pasa eso, los hago adictos a mate jaja Que grande las nenas :)
Exitos con el libro :)
y luego nos olvidamos de que nosotros fuimos niños .. se dan cuenta lo bonito que es ser niño !!!
En fin , lo digo de corazón y no me avergüenzo .. me emocionó el relato
Besotes a esas niñas tan maravillosas y a todos los niños ( en especial si sus padres son buenos y los hacen Xeneizes )
VAMOS BOCA CARAJO !!!
Nacho - Madrid
Uff...muchas gracias a Gilda y Anónimo, cuando escribí el cuento no imagine que llegaría al libro y muchos menos que otros se emocionaran, es un gran honor el que me han hecho.
Honor que también agradezco a la COLEGA Ana...por darme este espacio en su Blog (...y no voy a entrar en eso de devolver flores, ya sabes lo que pienso de vos y ojalá algún día podamos compartir microfono en algún lado...) Gracias, de todo corazón. Hugo Rodríguez. Periodista y locutor. Tandil 21 de mayo de 2008.
Que gran post!!!... no solo por la info que das y todo lo que tan bien contas y por tu generosidad con el autor, sino porque Hugo se lo merece... esto y mucho mas...
Gran escritor, fana de Boca a muerte y por sobre todo -y vos tmb lo dijistes-, una gran persona... lo se porq tengo el privilegio de conocerlo...
Te tengo sana envidia Ani por la gran idea de incluirlo en el blog... felicitaciones a los 2...
y espero estar ahi presente en Tandil para despues estar contandote las sensaciones de esa gran noche...
salu2 y abrazos a ambos!!!
De nadasss Hugo ;) cuando vi que habia un ralto largo, con la tipica expresion de vaga pensé: "puff leer toto esto"?!? y cunado émpecé me ibas atrapando mas y mas con tu cuento y sin darme cuenta me reia al imaginar a tus mellis con la cara picara de los nenes cuando se traen algo entre manos jeje
Seguro que Ani me acompañara a comprar tu libro cuando yo vaya a Buenos Aires, sino LA MATO! jaja
EXITOS!!
Hugo ... gracias por contarnos algo tan dulce, bonito y fascinante....
Me voy a permitir abusar de vuestra generosidad pidiéndote que les des a esos angelitos que tenés en casa un beso muy fuerte de parte mia.
Con todas las desgracias que pasan en el mundo , saber que suceden cosas así da esperanzas para pensar que algún día este mundo podrá ser maravilloso
VAMOS BOCA CARAJO
Nacho - Madrid
Mil gracias Gilda, Nacho y José Luis (...Master no te amargues, nunca me olvidaré que fuistes el primero en contactarme luego de que Olé me publicara allá por 2005...), gracias Nacho por los augurios y los besos serán acrecentados esta noche para mis hijas. Gracias Gilda por haber vencido la "pereza" y llegar a leerme...en difinitiva gracias a todos por el tiempo dispensado, se los agradezco de corazón.Gracias Ani.
Hugo
Periodista.
Tandil.
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